La tarde de Halloween se volvió mucho más intensa de lo que imaginaba. Me puse mi disfraz, sin saber que causaría tal efecto en mi hermanastro. Noté cómo sus ojos me seguían, cada movimiento mío parecía encenderlo más, y la tensión entre nosotros se volvió innegable. La atracción era imposible de resistir, y antes de darme cuenta, él ya me tenía en sus brazos, dejándose llevar por el deseo. La noche se convirtió en un juego prohibido y apasionado, donde su deseo desbordado me llevó al límite, haciéndome disfrutar de una experiencia que ninguno de los dos olvidaría.